jueves, 13 de noviembre de 2014

¿DOCENTE Ó PSICÓLOGO?


            Debemos ser muy conscientes del desarrollo intelectual y el desarrollo de la mente infantil, quedando de manifiesto la importancia de las teorías de la mente. Situarnos en el lugar del otro como acto de descentración, implica reconocer sus competencias, su etapa madurativa, sus conocimientos previos, las dificultades que atraviesa y cómo podemos intervenir para ayudarlos en el proceso de adquisición del conocimiento; ya que nuestra función como docentes, sería la de armar un andamiaje para que el niño pueda construir nuevos conocimientos, acompañándolos en el proceso y no simplemente entregarle el “paquete del saber” como un objeto acabado. La educación, como transmisora de la cultura, implica conocimientos, normas, ritos, valores y conductas.

            El filósofo Juan Delval (2001), quien ha realizado grandes investigaciones en torno a la psicología evolutiva y educacional, comparte con nosotros la idea de que el ser hum
ano nace incompleto, como si fuera un producto sin terminar; que aprende sus conductas progresivamente a medida que va madurando. La incorporación de estos conocimientos nos permite anticiparnos a los sucesos para asegurar nuestra supervivencia. La especie humana es la única que realiza este proceso, el de educar con intención racional y no solo por instinto. El hombre ha sabido construir un sistema en torno a la actividad educativa e institucionalizarla. En sus escritos, Delval (2001), deja de manifiesto una diferencia entre transmisión genética mediante herencia de los genes; de la transmisión cultural que se produce a través de la enseñanza y el aprendizaje distinguiendo tres tipos de aprendizaje: incidental (ensayo y error),  por imitación o bien por corrección de la conducta del que está aprendiendo (marcando el error).
            En adición, Noemí Aizencag (2001), docente e investigadora el área psicopedagógica, diferencia el desarrollo subjetivo de los aprendizajes que se producen dentro de una institución educativa, de aquel que se produce en otros contextos. Es interesante ver cómo nos involucramos en el desarrollo de éste “aprendizaje artificial” o áulico con intencionalidad instructiva, diferenciándolo de aquel que se produce en medios cotidianos o de crianza. Observando estas diferencias podremos poner nuestro foco de atención en el desarrollo cognitivo y  la subjetividad del niño en un contexto educativo, sin perder la relación del vínculo expectante entre el que aprende y el que enseña.
            Las teorías psicológicas, a pesar de que no han sido creadas con un fin pedagógico y muy lejos de ser “recetas”, pueden significar una gran ayuda a la hora de analizar procesos cognitivos. No obstante, debemos tener presente que los principios psicológicos deben ser examinados por los docentes. Evaluar los factores situacionales al momento de establecer relaciones entre los procesos cognoscitivos y las prácticas educativas es sumamente importante. El conocimiento de éstos principios sin el juicio del docente carece de sentido; del mismo modo que el juicio sin conocer los principios psicológicos de aprendizaje se vuelve paupérrimo.
Giuliana Buono



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